La Monga™ si que me destruyó esta vez. Todo me duele.
Pa acabar de completar el NyQuil no solo me destruye el estomago, sino que también me hace soñar cosas raras. O sea, yo, soñando cosas raras? Geddauddahear!
En la oficina hay un chorro de nenas lindas. De que, si tiras una piedra al aire, cuando cae la piedra le da como mínimo a tres nenas lindas.
Pero hay una nena… Está cabrón porque usualmente ni la miraría dos veces. O sea, no es un prieta nalgona. Pero tiene algo… Que hace que se me paren las orejas. No les ha pasado? Es como una chispa que te entra por los ojos, te sube desde el coxis por la espina dorsal y termina en las orejas.
Y gracias al NyQuil…
No, no no. Nada de sueños sexys. Nada que ver; ya quisiera ya haber tenido al menos esa suerte. La nena me salio en mi sueño pero por supuesto que el sueño fue some weird ass shit.
En The Matrix hablan de un concepto que la película llama Residual Self Image. Y es que en los sueños casi siempre somos una mejor versión de nosotros mismos… O sea, la imagen que tenemos en nuestra de mente de quienes somos. O como quisiéramos ser… O no ser…
Pues en el sueño, para empezar, estoy menos gordo… mucho menos gordo. Pero no flaco, mind you. Mi cerebro podrá hacerse de ilusiones pero sabe que eso NUNCA va a pasar. Ademas de menos gordo. Tengo músculos, o sea no es que en la vida real no tenga músculos, pero en la vida real no se me ven. Me los tapa la grasa.
Y tengo puesta, en el sueño, una armadura dorada, ornamentada con alas angelicales, unicornios briosos, leones salvajes, águilas desafiantes… La armadura me cubre de la cabeza a los pies. Excepto en las coyunturas. Claramente es una armadura hecha para la batalla. Para moverse en ella, para que proteja pero no para que inhiba.
Dije coyunturas? Err… Hay algo mas que la armadura no me cubre. Recuerdan que dije lo de la mejor versión de uno mismo es la que vemos en nuestros sueños? Ese Residual Self Image de The Matrix.
Pues en el sueño tengo nalgas… Por mi madre, que es la primera vez que me fijo que tengo nalgas en un sueño.
La armadura no me cubre todas las nalgas. Menos mal, que por lo menos me cubre las bolas.
Ven como se va descarrilando el sueño?…
En el sueño, voy caminando y salgo hacia la arena de un coliseo. Camino lento pero seguro. Es obvio que yo soy el cheche de esta pel—de este sueño. Es obvio, súper mega obvio, que yo vine a este sueño con dos propósitos: a sembrar amor o a descabronar a cuanto hijueputa se me pare al frente… Y que la tierra de este coliseo no es fértil ni para sembrar papas.
Escucho a un anunciante gritar acerca de mi salida a la arena: «POR FIN LA ULTIMA PELEA DE ESTE DÍA ES ANÍBAL EL MEJOR EL ULTIMO ACÓLITO DE LA DIOSA. EL PELEA POR ELLA. DISPUESTO A MORIR EN LA ARENA POR ELLA. DEFIENDE UNA DIOSA QUE NO EXISTE!» La gente del coliseo procede a abuchearme. Claramente, esta gente tiene otros dioses. Maricones.
Pero yo puedo ver a la Diosa. Va bajando de entre las nubes a verme pelear. La Diosa es la nena de la oficina.
Empieza la pelea. Primero un enemigo. Luego dos. Después tres a la vez. Un enemigo gigante que despacho de un solo espadazo.
Con cada enemigo que despacho, con cada cortada que doy, con cada chorro de sangre que cae a la arena: La Diosa se va haciendo mas y mas grande. Pero solo yo la puedo ver. La Diosa ahora es mas alta que las paredes del coliseo. Y me sonríe cada vez cada vez que le pico la cabeza a uno de estos herejes. Cada vez que sonríe siento que soy mas fuerte.
Y ahora me toca un enemigo pequeño y ágil. Demasiado rápido para mi. Demasiado rápido.
Me corta. Y entonces me doy cuenta que la armadura que me dieron no es nada mas que celofán y aluminio. Una farsa. Además de que no me cubre las nalgas.
Parece que moriré… El enemigo es muy rápido. Me corta una y otra vez.
Me desgarro la armadura que llevo en los brazos. Gotas de sangre caen en la arena del coliseo. Me lamento por no haber sido mas fuerte. Mas ágil. No quiero orar, no quiero ser débil y pedirle a mi Diosa que me de fuerzas. I’m not worthy.
Pero miro hacia arriba…
La Diosa ahora es tan y tan grande que su cuerpo cubre casi todo el cielo del coliseo. La perspectiva me engaña y pienso que casi la puedo tocar. La Diosa brilla, su piel es como la luna.
No era un enemigo ágil… Eran muchos… Muchos… Muchos muchos…
Mientras uno acaparaba mi mirada los otros se escondían en las sombras, detrás de los cadáveres de los muertos, esperaban detrás de las columnas de la arena para cortarme. Pero la luz de La Diosa los revelaba a todos. La luz de La Diosa, que tal vez solo yo podía ver, me daba la ventaja sobre mis enemigos.
Caían uno y otro y otro y luego otro mas, como moscas. Mi espada completamente roja.
Quise agradecerle a mi Diosa la bienaventuranza que me daba…. Pero, mirando hacia el cielo, viendo La Diosa flotar gigante sobre mi.
Me di cuenta que… uh…
Le podía ver… … … …. los pezones… yeap… Duros.
Tan duros que los podía ver a través de su traje celestial.
Me descarriló el sueño. Se me abrieron los ojos como gato que lambe aceite.
Empecé a… uh… tener una reacción que… umm… me iba a… err… imposibilitar seguir peleando.
Y para acabar de joder… El «bikini» de la armadura… Claramente se iba a desgarrar si aquello se ponía de pie.
Los enemigos rondándome, La Diosa mirándome y sonriendo, la vergüenza apoderándose de mis sentimientos y de mis músculos.
Me salvó el NyQuil…
Yep!
Aparentemente mi cuerpo no tolera ya el NyQuil. Y mi estomago dijo, «No papo, yo no quiero esto aquí, arranca pal baño y deshazte de esto. COMO SEA!»
Me levanté como un spring y por mi madre que estuve como 40 minutos tratando de no vomitar la medicina.