Caballito de Palo…

Dall-e 2

Si me duele un pie pues me duele un pie.

Nadie se tiene que enterar. No me tengo que quejar. Hay que trabajar.

A menos que esté negro o sangrando no tengo porque quejarme. O por que ir al médico. O sea, si me duele algo y no es una cosa grave pues a aguantar que hay que seguir trabajando. Eso fue lo que me enseñó mi papá.

Digo esto porque quiero que entiendan que se me hace bien difícil pensar que el COVID me haya afectado más allá de una fiebre y una tos. No sé, si son ñoñerías mías. No sé si es que estoy viejo (probably!). Pero hay días que me siento súper. Y hay días que no me siento súper. Y esos días que no me siento súper no veo razón alguna para ello. No estoy saliendo aun casi. Llevo mascarilla para todos lados si es que salgo. Y no estoy en ningún sitio más de 10 minutos. O sea, yo espero que sean meramente changuerías. Y no es que el COVID me tiene aún jodido.

Ayer no me sentía súper…

Y en vez de llamar a Susana, la señora que me cocina almuerzo, me tiré en la cama y en menos nah perdí el conocimiento.

Almorcé sueños raros.

En mi último sueño llegaba La Jeva del trabajo. Y me decía, «Mariela se gradúa de la universidad. Y le van a dar premios por todo. Tenemos que ir, para apoyarla, para celebrar con ella. Pero tenemos que vestirnos fancy

En la vida real, Mariela es una manganzona que está casada y tiene tres nenes y un marido que la adora. Pero como mide menos de 5 pies, cada vez que la veo pienso que es todavía una nena. Pero ambos padres de Mariela están fallecidos. Lo cual en mi sueño se tradujo a que hay que estar allí «en las buenas» apoyándola.

Pero que le contesto a La Jeva que sí, que voy con ella a la graduación de su amiga. Pero que si me voy a vestir fancy, pues me voy a vestir de vaquero. Vaquero fancy. De traje negro. Sombrero negro. Botas negras. Y pistolas de bronce. Pero además, ojo, que estoy «on call» y alomejor me llaman del trabajo. Mientras pienso, en el sueño, que si la graduación está muy aburrida puedo usar la excusa del trabajo para coger un break.

Al próximo segundo ya estábamos en la graduación.

Ne se que pasó en la graduación, slash fiesta, slash evento, slash celebración. Aparentemente me fui aburrido y me dirigía al trabajo cuando se me ocurrió, «Fuck work! Mejor le caigo a Susana a ver que hizo para almorzar…»

En la vida real, debido al COVID, Susana cerró su restaurancito con par de mesas para solo ofrecer almuerzos carry-out desde su casa. Ahorra en renta, las meseras ahora le ayudan a cocinar, la comida sale más rápido. Y los clientes son los fieles. Como yo.

Pero en mi sueño, Susana acababa de abrir sendo restaurante en los bajos de un edificio de oficinas cuyos pisos superiores eran ocupados por compañías multinacionales reconocidas y multimillonarias. El restaurante estaba semi-escondido, pues no se veía desde la calle. Pero yo sabía que estaba allí. Porque los fieles sabían que estaba allí. Me alegré de ver a Susana contenta con su restaurante nuevo.

Tan pronto me vio corrió para abrirme la puerta, «Siéntate donde quieras, mi saanti

Me senté, y de inmediato pensé, en el sueño, «Coño Aníbal, La Jeva de seguro querrá llevar a Mariela a comer, debiste de haberlas invitado. Que asno soy.» Sintiéndome mal por lo que no había hecho. Y de eso brinqué a pensar, «Ea, carajos, si La Jeva debe estar contando con que yo voy a desayalmorcenar con ella, que rayos yo hago desayalmorcenando solo!?»

Digo «desayalmorcenar» porque en el sueño no es ni de noche ni de día sino que es un destiempo extraño donde cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Toda lógica temporal suspendida.

Le envío un mensaje por el celular a La Jeva. Diciéndole que me había ido de la graduación, que me disculpara, pero que viniera a buscarme al trabajo para ir todos a desayalmorcenar en familia. Pero ojo, le escribí, que me había quitao la ropa fancy de vaquero apostador, y que andaba bien tirao. O sea, tisher y cortos.

Estaba en el restaurante de Susana, pero también en el trabajo, como había llegao? Pues dream logic. Pero aparentemente ahora no tenía método de transportación y necesitaba que La Jeva me socorriera.

Salí del restaurante de Susana, para no ocuparle una mesa inútilmente, puesto que no sabia si La Jeva querría comer allí. Además de que el restaurante estaba atestao. Le di la vuelta al edificio de oficinas donde estaba ubicado. Y decidí usar la entrada principal, y esperar en el lobby. Pero que no era tanto un lobby sino más bien una serie de pasillos kubrickianos interconectados.

En cada pasillo una mesa patilarga y estrecha, de esas donde se coloca decoración. De esas que se usan para colocar una cartera o unas gafas mientras uno se mira en el convenientemente ubicado espejo colgado cerca de la susodicha. Me fijé que en algunas de las mesas había revólveres de juguete hechos de bronce. Muy similares al estilo que yo tenía en los bolsillos. Porque me había quitao el traje fancy de vaquero pero andaba con las pistolitas de juguete que eran como de colección. Vintage.

Pero según miraba las pistolas de bronce patinado y las comparaba con las mías, me daba cuenta que… Mis pistolas y las del lobby… podían combinarse. Una pistola mía cabía dentro de una del lobby. Otra pistola, de otra mesa del lobby, podía agregarse a otra de las mías. Y así podía hacer pistolas más grandes. Más completas. Como los Transformes que se combinaban para hacer un robot más grande. Si, Devastator. Los Constructicons. En este caso… Matrioshka revolvers.

Me asalto una duda, un pensamiento intrusivo. Y si me disparaba con alguna de aquellas pistolas combinadas? Me haría daño. Pero no, el mecanismo era de juguete. Imposible que fuese letal. (BTW: I’m not the least bit suicidal, solo que siempre trato de ver como pueden fallar las cosas y así tratar de estar listo para lo peor.)

Pensé, «Coño, en verdad yo no hago nada con mis pistolitas, y no las voy a cuidar con el cariño que se merecen. Maybe si las dejo aquí en este lobby, alguien las cuide mejor que yo.» Y fui colocando las pistolitas en pares, en las mesas, sintiéndome satisfecho de que había dejao el lugar mejor de como lo había encontrao. Mas bonito.

Cerca de la entrada del lobby también había mucha gente. Pero

Le dije a La Jeva, «Tengo que confesarte algo…»

Me miró…

Continué, «Como me dijiste de la celebración de Mariela, y quería ponerme el traje de vaquero apostador fancy negro y las pistolitas de bronce… pues hacia falta un caballo para completar el outfit

Levantó un ceja…

«Así que mandé a comprar un caballito de palo…»

Levantó las dos cejas…

«Costó $500 dólares… Mas el shipping… Mas tax…'»

Yo me estaba sintiendo mega-culpable de haber gastao tanto dinero en una estupidez.

La Jeva se rió, y me dijo, «No importa. Pero vamos adentro del lobby o vayámonos al carro que está haciendo demasiada calor. Por favor.»

Pero casi de inmediato, frente al edificio, donde había varios vehículos estacionados, entre ellos una van Ford Econoline blanca, un hombre abrió las puertas traseras de la van. Y le dio a un switch. Prendió una turbina. Y nos azotó un corrientazo de aire frio. La turbina de aire frio enfriaba los alrededores, la entrada del lobby, pero era que dentro de la van se albergaba sendo sistema de sonido. Y el cual comenzó a tocar música. Volumen ONCE PLUS.

Se formó un mini-party allí mismo.

La gente alrededor de nosotros comenzó a bailar. Fluía el alcohol como el Niágara. Mire mi mano izquierda la cual cuasi mágicamente sostenía una cerveza. Miré a La Jeva que disfrutaba un trago.

De momento, miro hacia el lado y está mi cartero, moviendo sus piernas al ritmo de la música pero con un paquete en sus manos. Me hace señas de que es para mi. Le doy las gracias pero es imposible que me escuche.

Extrañado, abro la caja allí mismito.

Era el caballito de palo…

La cosa más hermosa que jamás haya visto…